Había tantas cosas que quería saber, que quisiese que me hubiesen contado.
Pero hubo silencio, ausencia y austeridad.
Entonces me lo invente, creando un siglo inexistente.
Me imaginé cómo eran, qué me hubiesen enseñado, de donde venían, que hacían con las rosas.
Me imaginé que rituales honraban, todo un círculo de estructuras contenedoras y vínculos posibles.
Me imaginé el té de las cinco con galletitas horneadas por mi abuela mientras bordábamos un mantel lleno de flores y afuera nevaba.
Y me imaginé que allí me hubiese llamado Antia.
Anthea (griego: Ἄνθεια), "florecer" en griego.
Antheia (griego antiguo: Ἀνθεία)
Antia: Tenaces y Fuertes.
Traducción Latina: Antonia – flor digna de alabanza (según estudios etimológicos), interpretación latina, la que afronta el peligro con valentía.