Revisitando las mismas fotografías bordadas, esta vez en distintos tamaños, soportes, variedad de puntadas y con diferentes hilos, encontré que las posibilidades de esta serie empezaron a ser inmensas. Casi sin darme cuenta fui generando obras originales e irrepetibles a pesar de pertenecer al mismo negativo. Esta labor de registro fotográfico de impresiones bordadas me llevó a volver a lo que ya estaba hecho para volver a hacerlo. Fui armando nuevos espacios de creación y ciertamente ha sido y seguramente seguirá siendo un proceso muy versátil y totalmente inesperado.
De- construir para construir
“Yendo más profundo, se puede remitir al dispositivo mismo: en su materialidad, en su condición misma de objeto y acción, el bordado es una metáfora quizás demasiado literal sobre lo femenino y la feminidad. Algo que se asocia con el hogar, en apariencia delicado, pero que es la expresión de una herida. Pocas cosas del mundo decorativo tienen un proceso más disímil a su resultado. El bordado es frágil y duro a la vez, es una totalidad conformada por innumerables pinchazos que vulneran una tela. El bordado no se hace con un pincel ni con un lápiz: está más cerca de una cicatriz o de un tatuaje que de un cuadro. Un pedazo de tela que, en su afán de devolver belleza –en el sentido más decorativo de la palabra–, se ve lastimado irreversiblemente.” (El ojal del huracán, Lola Sasturain)
Revisiting the same embroidered photographs, this time in different sizes, supports, variety of stitches and with different threads; I found that the possibilities of this series began to be immense. Almost without realizing I was generating originals and unrepeatable works despite belonging to the same negative. This task of photographic recording of embroidered prints led me to return to what was already done to do it again. I created new spaces for creation and it certainly has been and will continue to be a very versatile and totally unexpected process.
Deconstruct to build.
“Going deeper, referring to the device itself: In its outward appearance, in its object and action condition, the embroidery might be a too literal metaphor for the feminine and the feminity. Tied to the concept of home, it is seemingly delicate, but it is the expression of a wound. Not many things in the decorative world have a process so different from its result. The embroidery is fragile as well as hard; in its entirety, it is made by countless punctures that damage the fabric. In the embroidery, neither a pencil nor a paintbrush is used: It is closer to a scar or a tattoo than to a painting. A piece of fabric that, in its search for giving back beauty –in the most decorative sense of the word– finds itself irrevocably damaged." (El ojo del huracán, Lola Sasturain)